PERU & BOLIVIA 2024

Cusco/La Paz


2 de septiembre, 2025

Durante la última semana de nuestro viaje, fuimos a Cusco, una ciudad en la que ambas habíamos pasado tiempo significativo en el pasado, lo que hizo que adaptarnos a la altura fuera más fácil gracias a nuestra familiaridad con el lugar. La transición de Iquitos a Cusco no solo fue un cambio de altitud, sino que también marcó un giro más introspectivo en nuestro viaje, influenciado tanto por circunstancias personales como por el agotamiento acumulado tras varios días casi sin parar—de la costa, a la selva, y luego a la sierra. Resulta curioso cómo esa división suele estar tan arraigada en el imaginario local, cuando en realidad esa frontera es mucho más porosa de lo que parece. Entre estas regiones geográficas existe un vasto territorio y una riqueza cultural que las une y hermana. Al fin y al cabo, la cordillera nos atraviesa a todos, física y espiritualmente.

Comenzamos nuestra estadía con una visita a Ollantaytambo, en el Valle Sagrado. Allí nos encontramos con Johana Sarmiento, directora del Museo Alqa de Arte Popular Andino, quien nos presentó a su equipo, cálido y unido, nos ofreció un recorrido por el espacio y luego compartió con nosotras, durante varias horas, su colección y sus historias personales en un espacio íntimo. El museo nació del sueño que ella y su esposo compartían: conectar con los Andes, sus tierras ancestrales, y formar una comunidad, además de su conexión personal con el tejido. La visita guiada de Johana tomó la forma de una conversación informal, en la que nos animaba a hacer preguntas sobre cualquiera de los objetos de la colección. La mayoría de las piezas eran obras de arte y objetos hechos a mano que le habían sido regalados por miembros de su familia elegida y de la comunidad que ha construido durante años. Alrededor de una mesa repleta de tesoros, fuimos invitadas no solo a mirar, sino también a tocar, a sostener los objetos en nuestras manos y conectar con sus historias. Johana compartió el significado cultural de cada pieza, trazando el camino de cómo llegaron a su vida. En ese momento, experimentamos de primera mano la pedagogía que Alqa utiliza para enseñar sobre el patrimonio cultural: una que da la bienvenida a todes, todos y todas a la mesa.

Johana también compartió con nosotras cómo cada proyecto y exposición comienza con una ofrenda a los Apus, en busca de guía, y cómo su visión curatorial está completamente modelada por la cosmovisión andina. En cierto modo, Alqa se identifica como un “contra-museo”, ya que sus modos de operar desafían las prácticas museísticas tradicionales, trabajando desde una lógica anticolonial que pone al centro a la comunidad local. Al final de nuestra visita, disfrutamos también de una experiencia culinaria fenomenal en su laboratorio gastronómico, donde crean menús personalizados con alimentos frescos y orgánicos de temporada, provenientes de granjas cercanas.

Días mas tarde, viajamos a Chahuaytire, una comunidad quechua rural en el Valle Sagrado. Allí tomamos un taller intermedio de tejido con telar de cintura, uno de los programas ofrecidos por el Centro de Textiles Tradicionales del Cusco. Ya conocíamos el centro, ya que años atrás habíamos visitado su sede en Cusco y participado en talleres allí. Chahuaytire es una de las muchas comunidades con las que trabaja el centro. Allí aprendimos patrones complejos de tejido, únicos de esta comunidad, guiadas por nuestras maestras Valentina y Juana, cuyas manos ágiles se deslizaban con rapidez entre los hilos, recordándonos cuán preciso y matemático es el arte del tejido andino. La experiencia también le dio a Karina la oportunidad de practicar sus números en quechua.

El taller se realizó en un espacio abierto, donde las tejedoras y tejedores trabajaban sentados sobre el pasto, mientras los niños jugaban cerca: algunos corriendo, otros concentrados en sus carritos de juguete o muñecas. Nos ofrecieron almuerzo y una mesa para sentarnos, mientras el resto del grupo comía en el suelo. Un acto de hospitalidad que también nos hizo conscientes de lo forasteras que debimos parecer. La barrera del idioma añadió una capa más de distancia, dificultando un poco la cercanía. Sin embargo, algo cambió cuando aceptamos las hojas de coca que nos ofrecieron para chacchar: un gesto no verbal que ayudó a tender un puente, aunque fuera pequeño. Y definitivamente, la coca también nos ayudó a mantener la concentración durante la última hora del taller.

Al día siguiente, nos reunimos con Yanett Melo, educadora, y Diana Hendrickson, encargada de desarrollo del Centro de Textiles Tradicionales del Cusco, para escuchar sobre su trabajo con artistas indígenas y museos a nivel internacional, incluyendo el Smithsonian en Washington D.C. Algunos de sus proyectos más destacados incluyen un programa con tejedoras experimentadas que están recuperando técnicas textiles precolombinas, y otro con jóvenes, en el que aprenden paso a paso los patrones tradicionales de sus respectivas comunidades hasta dominarlos. Yanett también habló de los desafíos que enfrenta el centro para transmitir el conocimiento del tejido a las nuevas generaciones, sobre todo considerando la competencia con las tendencias de moda occidental que resultan muy atractivas a través de las redes sociales.

El cierre de nuestro viaje fue en La Paz, Bolivia, durante una corta estadía de tres días, con el objetivo de visitar el Museo de Etnografía, dirigido por Elvira Espejo Ayca, tejedora aymara y quechua, quien ha dedicado más de 20 años a investigar las artes tradicionales indígenas andinas. Su trabajo de construcción comunitaria con cientos de tejedoras indígenas en Bolivia es el fundamento del impresionante trabajo curatorial del museo, el cual destaca prácticas textiles tanto históricas como contemporáneas, además de otras exposiciones temáticas sobre cerámica, el agua y las aves. Esta visita fue muy emotiva para ambas. Para Camila, el museo destacó por sus elecciones curatoriales y por una visión pedagógica accesible y cercana, con diseños de exposición que incluían dibujos detallados de técnicas. Estos dibujos, pensados para el público general, ayudan a entender prácticas que han sido interrumpidas por la violencia colonial o el capitalismo, y resultan muy útiles también para personas que crean, como ella, que buscan mantener vivas estas técnicas. Para Karina, la majestuosidad de las prendas—algunas réplicas de vestimentas del Imperio Inca—exhibidas en una de las salas, le provocó un sentimiento profundo: una mezcla de orgullo y pérdida. Esta emoción se intensificó al ver un panel que hacía referencia a la Real Ordenanza del 21 de abril de 1782, que prohibía estas vestimentas, junto con otros elementos y prácticas culturales.

Esta última etapa del viaje estuvo marcada, para Camila, por el fallecimiento de su abuela paterna. Curiosamente, nos alojamos en un hostal llamado La Abuela, lo que sentimos como una señal, ya que su abuela había trabajado brevemente para el gobierno boliviano y recordaba con cariño su estadía en  La Paz. De algún modo, la abuela nos acompañó todo el tiempo.

Tras el viaje, concluimos nuestra investigación con visitas de estudio virtuales y conversaciones con Sadith Silvano (en formato híbrido), Elvia Paucar y Elvira Espejo Ayca. Sadith nos mostró su taller en Cantagallo, una comunidad Shipibo-Conibo ubicada cerca del centro de Lima, y compartió con nosotras su trayectoria como diseñadora de moda y cantante. En ese momento, también cursaba estudios de derecho, habiéndose convertido en una defensora activa de los derechos de su comunidad frente a los numerosos desafíos que enfrenta. Recientemente, había aparecido en los medios denunciando un caso de apropiación cultural de alto perfil, que involucró a una diseñadora peruana y al director de Vogue México. Sus declaraciones se viralizaron rápidamente, aunque ella ha sido, desde mucho antes, una voz firme y constante en defensa de su pueblo. Sadith es una mujer admirable, que ha enfrentado tanto discriminación como dificultades económicas, y que se ha consolidado como una figura clave en su comunidad, además es una fuerza creativa imparable.

Elvia Paucar nos habló de sus técnicas textiles coloridas y únicas, un talento que heredó de su padre, un tejedor de San Pedro de Cajas que desarrolló sus propios patrones en telar de pedal. Elvia compartió con nosotras cómo está transmitiendo ese amor por los textiles a sus hijas, junto con sus habilidades en diseño y tejido.

Por su parte, Elvira Espejo Ayca nos habló sobre su trabajo en el Museo de Etnografía de La Paz y su extensa trayectoria de más de veinte años, tanto en el ámbito académico como dentro de su propia comunidad indígena. Ha trabajado junto a cerca de mil tejedoras tradicionales en la preservación de técnicas textiles ancestrales. Elvira es una fuerza imparable, y su labor demuestra cómo, con paciencia y convicción, los museos pueden transformarse verdaderamente. Nuestra conversación con ella nos dejó esperanzadas y con una visión más clara sobre nuestro rol dentro de los museos y como puente entre el Sur y el Norte Global.

Este viaje, en su totalidad, nos permitió tejer conexiones significativas con artistas e instituciones que esperamos continúen creciendo y se conviertan en proyectos de profundo valor en el futuro.

Mending the Museum






PROJECTS

Mending the Museum (2023)
Workshop Series:
   Narrative Charm
   Blackout Poetry
   Play it Forward
   Cloning and Paper Clay
   Clay|Sound|Powah


INFO

About the Collective
Members of the Collective



Mending the Museum is a collaborative duo comprised of Karina Román Justo and Camila Salcedo. Together, their intent is to work as a bridge between artists, communities, regional museums, and craft objects from their collections, to reflect on ancestry and speculative futures within the framework of cultural belonging.


For all inquires, please email mendingthemuseum@gmail.com


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